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La revista Salamandra vuelve tras una espera de seis años, tiempo largo pero no inactivo ni estéril en el que el Grupo surrealista de Madrid ha organizado varios debates públicos dedicados a la exterioridad que sobrevive y combate al encierro industrial del Capitaloceno, la polémica eterna entre la revolución y el éxodo como formas de resistencia y emancipación tan opuestas como quizás complementarias, los talleres y jornadas de creatividad colectiva para reavivar el comunismo del genio, o una encuesta sobre el impacto de la mercancía en el inconsciente. Y precisamente las lujuriosas 464 páginas del número 23-24 recogen los frutos de estas actividades, junto con otros textos y ensayos de pensamiento crítico, y experiencias y acciones de propaganda por el hecho de lo maravilloso, que abordan cuestiones como el colapso civilizatorio y la utopía pese a todo, el ansia y la promesa del amor y el Eros bajo el terror de la asepsia digital, la crisis y resistencia de la imaginación en la Era del Espectáculo, la lucha autónoma contra la psiquiatría hegemónica y sus relaciones con el lenguaje liberado y la poesía liberadora, hecha por todos, escrita y por otros medios. Y los testimonios de magia cotidiana y los ejemplos de creatividad abierta de Más Realidad y el Laboratorio de lo Imaginario, junto con las reseñas de los libros más insidiosos.